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LA CRISIS DEL COVID-19 EN LA AGRICULTURA

en March 07, 2022

Resumen:  Una visión de las complicaciones en la producción agrícola derivadas de la emergencia mundial por el covid-19 y la necesidad de fortalecer la agricultura con tecnología hasta convertirlos en sistemas resilientes para garantizar la seguridad alimentaria.

 

Palabras clave: Covid-19, Agricultura, Pandemia, Crisis, Alimentación 

Desde el inicio de la pandemia del covid-19, múltiples especialistas en diversos campos han tratado de encontrar las causas de la misma, sin embargo, sea cual sea la causa nos encontramos frente a una crisis de salud que ha impactado en todos y cada uno de los sectores de la población mundial. 

Boubaker Ben-Belhassen, Director de la División de Comercio y Mercados de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Alimentación y la agricultura (FAO) apunta: “las consecuencias de la pandemia de COVID-19 que se han dejado sentir, en diversos niveles, en todos los sectores alimentarios evaluados por la FAO. Si bien la COVID-19 ha supuesto una grave amenaza para la seguridad alimentaria. En general, nuestro análisis muestra que, desde la perspectiva global, los mercados de productos agrícolas están demostrando ser más resilientes a la pandemia que muchos otros sectores”. 

El impacto político, económico y social de la pandemia del COVID-19 ha desatado una  gran incertidumbre en las cadenas mundiales de suministro de alimentos. El reto de asegurar la seguridad alimentaria en países con altos índices de desigualdad, como el nuestro, se agudiza.

El COVID-19 representa un caso específico de interrupción en la Cadena de Suministros a largo plazo y a escala impredecible, además de la propagación simultánea de interrupciones como la oferta, la demanda y la pandemia, esta última a diferencia de las demás interrupciones empiezan pequeñas, pero se escalan rápidamente y se dispersan en muchas regiones geográficas generando dificultades e incógnitas que dificultan determinar completamente el impacto de los brotes epidémicos en la cadena de suministros y las medidas adecuadas de reacción a estas. 

Aunado a la crisis sanitaria por la que atraviesa, el mundo se encuentra frente a los estragos del cada vez más evidente cambio climático, migrar los sistemas de producción a modelos más resilientes debe ser una prioridad, sobre todo si se considera la estrecha relación que guardan la actividad agrícola y los sectores de la población más vulnerables.

La crisis de salud ha ralentizado en gran medida la logística de la cadena de producción. para los grandes productores impidiendo en muchos casos la producción y transporte de insumos, así como, la movilidad de trabajadores temporales y en los pequeños productores por encontrarse muchos enfermos o sin acceso a insumos con proveedores locales, amenaza no solo la capacidad de producir para un mercado externo, sino la misma seguridad alimentaria propia. Es decir su mercado interno o su autosuficiencia.

A pesar de ser un sector de importancia primaria, la falta o retraso de insumos y mano de obra, afectan a las personas del sector no estructurado de las zonas urbanas que consumen la producción de las zonas rurales. El cierre de restaurantes, cafeterías y puestos de comida en vía pública, también suponen una baja en las ventas de productos agrícolas que de otra forma estarían aseguradas. Garantizar el suministro de bienes y servicios asociados a la producción agrícola así como el aumento en volumen y calidad de los productos, los posicionaría de mejor manera en el mercado.

Según el informe conjunto de Perspectivas agrícolas OCDE-FAO 2020-2029, se prevé que al menos el 85% del crecimiento en la producción agrícola mundial sea debido al mayor uso de insumos, inversiones en tecnología de la producción y mejores prácticas agrícolas que incluyen el uso racional del agua y se subraya la necesidad permanente de invertir en la creación de “sistemas alimentarios productivos”, resilientes y sostenibles de cara a las incertidumbres.

La FAO define la resiliencia como la capacidad de los sistemas, comunidades, hogares o individuos para prevenir, mitigar o hacer frente a los riesgos, así como la capacidad de recuperarse de choques. 

¿Cómo construir resiliencia en nuestros sistemas agrícolas? la FAO propone tres aproximaciones: 

1) Reducir la exposición a riesgos: considerando que existe diferencia entre riesgos climáticos y no climáticos, pudiendo anticipar y mitigar algunos de los primeros como las heladas mediante riegos de protección en cultivos que lo permitan, y los segundos, por ejemplo, en la prevención y tratamiento de enfermedades, agrícolas y pecuarias. 

2) Reducir la sensibilidad de los sistemas al daño, es decir hacerlos menos vulnerables a cierto peligro identificado, como las sequías, mediante, por ejemplo, la construcción de infraestructura de almacenamiento, ollas de agua, represas e infraestructura hidroagrícola en general.

3) Incrementar la capacidad adaptativa de los sistemas, desde el entendimiento de los principales riesgos a los que se enfrenta.

En el contexto actual, la puesta en marcha de las estrategias propuestas para promover la resiliencia necesitan del apoyo de políticas públicas y estas deben poner como prioridad la salud; también se considera medular el apoyo de la sociedad civil al consumir localmente y dar el valor justo a los productos agropecuarios.


Conclusión: 

La llegada de la pandemia ha puesto en descanso y declive la producción agrícola, tanto en la parte productiva para mercados externos e internos e incluso la producción interna para su misma autosuficiencia. 

Es por eso que la FAO nos alienta a apostar por el desarrollo agrícola, por el efecto contrario de pandemias subsecuentes, con estrategias que cuiden la salud y garanticen la seguridad alimentaria haciendo frente a los riesgos y desarrollando resiliencia tanto para los cultivos como para las mismas familias de agricultores que viven de ellos.

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